miércoles, septiembre 03, 2014

Caperucita feroz



Los primeros rayos de luz tras la oscuridad de la noche coinciden con los bostezos de uno de los habitantes de aquel bosque. Leo, como buen búho se había quedado en vela vigilando la quietud del bosque. Justo debajo de su morada, una madrugadora ardilla sale apresuradamente de su madriguera. Algún asunto importante debe de habérsela presentado para embestir en su carrera a un indiferente ciervo. Justo al lado suyo un simpático pato contempla la escena mientras salpica con su chapoteo a una liebre que se dispone a tomar un energético desayuno a base de hierba. En el otro lado del bosque, una abeja juguetea con una alegre flor mientras es observada por un imponente roble. Al lado del roble una tortuga filosofa sobre la vida insistentemente con un zorro cuya atención se centra exclusivamente en observar los movimientos del mapache que pretende engullir.

De pronto, algo perturba la monotonía del bosque. Las pisadas de una inocente niña acaban con la vida de una pobre hormiga. Varias plantas miran horrorizadas la escena. ¡A ver si van a ser las siguientes victimas! Una pareja de ratones se preparan para correr por su vida, La tortuga, en cambio, recurre a su duro caparazón. Marina, la comandante del ejército de abejas de la colmena cercana reúne su tropa. El viejo roble, mucho más sabio, medita desde tu madurez la escena.

Poco a poco el rumor se va extendiendo por todo el bosque. Un ser humano se había adentrado en él matando todo lo que se encontraba a su paso. El lobo feroz, sintiéndose el defensor del bosque se apresura a interceptar la amenaza antes de que el desastre pasara a mayores.

La verdad es que no sabía cómo actuar. De los humanos sólo conocía la dulzura de aquella encantadora viejecilla que vivía en el lado este del bosque. Sin embargo, también conocía las terribles historias que relataba el viejo Roble. Sea como fuere, aquella humana había perturbado la tranquilidad de su hogar. Algo que no podía quedar impune.

Escondido tras una matas, veía una niña humana oliendo el aroma de una pobre margarita que había sido arrancada de su tallo. Tenía un aspecto de lo más inofensivo: zapatos negros y un vestido azul claro en parte cubierto por una pequeña capa de color rojo. Nadie pensaría que un ser vestido de esa manera fuera capaz de sembrar el terror por el bosque. No obstante, era su inocencia y su poca sabiduría lo que la hacía aterradora.

-¡Buenos días joven humana!- Se dirigió el lobo hacia ella.

La niña entre asustada y sorprendida respondió: -¡Un lobo que habla!

- Creo que hay muchas cosas que vosotros los humanos desconocéis del bosque. - Dijo el lobo. - ¿Dónde vas tú sola? - Continuó tras una breve pausa.

Con aire de desconfianza le aclaró que su abuelita se había ido a vivir hacía muchos años al bosque y que nunca la había visto. Por ello estaba allí, para conocerla al fin.

El lobo, viendo que mas que peligrosa era más bien descuidada tramó una pequeña broma para hacerla aprender la lección. Así pues la indicó un camino más largo y él se fue por otro más corto para llegar antes a casa de la anciana. Una vez puesta al corriente de las imprudencias de su nieta, la anciana se escondió en un armario y le permitió al lobo llevar a cabo su plan.

- Toc, toc- Sonó la puerta.

- Pasa nietecilla- dijo el lobo escondido debajo de las sabanas y disimulando su voz.

-¡Abuela! ¡Qué oscura está la casa!-  Dijo la muchachilla al entrar.

- Hace mucho que la luz no funciona en esta casa. Pero no te quedes ahí: pasa que estoy en el dormitorio!-

-¡Abuela! ¡Qué orejas más grandes tienes! - Le dijo sorprendida la niña.

- Es para oírte mejor mi nietecilla- Respondió el lobo.

- ¡Abuela! ¡Qué ojos más grandes tienes! - Le dijo la niña, aún más sorprendida.

- Es para verte mejor, mi princesita. Le replicó el lobo.

De pronto, horrorizada, la niña se dio cuenta de que lo que había encima de la cama no era su abuela, sino el lobo que antes había visto en el bosque. Gritó lo más fuerte que pudo pensando que ese día su vida había llegado a su fin. La abuela, salió rápidamente de su armario para tranquilizar a su nieta y decirla que no era más que una broma. Pero llegó tarde. Tras un ensordecedor ruido, el cuerpo sin vida del lobo se precipitó encima de la niña. Un cazador pensando que la niña corría peligro la siguió hasta los confines del bosque para dejar la huella imborrable del hombre.

Chechu,
03/09/2014

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