Los primeros rayos de luz tras la
oscuridad de la noche coinciden con los bostezos de uno de los habitantes de
aquel bosque. Leo, como buen búho se había quedado en vela vigilando la quietud
del bosque. Justo debajo de su morada, una madrugadora ardilla sale
apresuradamente de su madriguera. Algún asunto importante debe de habérsela
presentado para embestir en su carrera a un indiferente ciervo. Justo
al lado suyo un simpático pato contempla la escena mientras salpica con su
chapoteo a una liebre que se dispone a tomar un energético desayuno a base de
hierba. En el otro lado
del bosque, una abeja juguetea con una alegre flor mientras es observada por un
imponente roble. Al lado del roble una tortuga filosofa sobre la vida insistentemente con un zorro cuya atención se centra exclusivamente en observar los movimientos del mapache que pretende engullir.
De pronto, algo perturba la
monotonía del bosque. Las pisadas de una inocente niña acaban con la vida de
una pobre hormiga. Varias plantas miran horrorizadas la escena. ¡A ver si van a
ser las siguientes victimas! Una pareja de ratones se preparan para correr por su vida, La tortuga, en cambio, recurre a su duro caparazón. Marina, la comandante del ejército de abejas de la colmena cercana reúne su tropa. El viejo roble, mucho más sabio, medita desde tu
madurez la escena.
Poco a poco el rumor se va
extendiendo por todo el bosque. Un ser humano se había adentrado en él matando
todo lo que se encontraba a su paso. El lobo feroz, sintiéndose el defensor del
bosque se apresura a interceptar la amenaza antes de que el desastre pasara a
mayores.
La verdad es que no sabía cómo
actuar. De los humanos sólo conocía la dulzura de aquella encantadora
viejecilla que vivía en el lado este del bosque. Sin embargo, también conocía
las terribles historias que relataba el viejo Roble. Sea como fuere, aquella
humana había perturbado la tranquilidad de su hogar. Algo que no podía quedar
impune.
Escondido tras una matas, veía una niña humana oliendo el aroma de una pobre
margarita que había sido arrancada de su tallo. Tenía un aspecto de lo más
inofensivo: zapatos negros y un vestido azul claro en parte cubierto por una
pequeña capa de color rojo. Nadie pensaría que un ser vestido de esa manera
fuera capaz de sembrar el terror por el bosque. No obstante, era su inocencia y
su poca sabiduría lo que la hacía aterradora.
-¡Buenos días joven humana!- Se
dirigió el lobo hacia ella.
La niña entre asustada y
sorprendida respondió: -¡Un lobo que habla!
- Creo que hay muchas cosas que
vosotros los humanos desconocéis del bosque. - Dijo el lobo. - ¿Dónde vas tú
sola? - Continuó tras una breve pausa.
Con aire de desconfianza le
aclaró que su abuelita se había ido a vivir hacía muchos años al bosque y que
nunca la había visto. Por ello estaba allí, para conocerla al fin.
El lobo, viendo que mas que
peligrosa era más bien descuidada tramó una pequeña broma para hacerla aprender
la lección. Así pues la indicó un camino más largo y él se fue por otro más
corto para llegar antes a casa de la anciana. Una vez puesta al corriente de
las imprudencias de su nieta, la anciana se escondió en un armario y le
permitió al lobo llevar a cabo su plan.
- Toc, toc- Sonó la puerta.
- Pasa nietecilla- dijo el lobo
escondido debajo de las sabanas y disimulando su voz.
-¡Abuela! ¡Qué oscura está la
casa!- Dijo la muchachilla al entrar.
- Hace mucho que la luz no
funciona en esta casa. Pero no te quedes ahí: pasa que estoy en el dormitorio!-
-¡Abuela! ¡Qué orejas más grandes
tienes! - Le dijo sorprendida la niña.
- Es para oírte mejor mi
nietecilla- Respondió el lobo.
- ¡Abuela! ¡Qué ojos más grandes
tienes! - Le dijo la niña, aún más sorprendida.
- Es para verte mejor, mi
princesita. Le replicó el lobo.
De pronto, horrorizada, la niña
se dio cuenta de que lo que había encima de la cama no era su abuela, sino el
lobo que antes había visto en el bosque. Gritó lo más fuerte que pudo pensando
que ese día su vida había llegado a su fin. La abuela, salió rápidamente de su
armario para tranquilizar a su nieta y decirla que no era más que una broma. Pero
llegó tarde. Tras un ensordecedor ruido, el cuerpo sin vida del lobo se
precipitó encima de la niña. Un cazador pensando que la niña corría peligro la
siguió hasta los confines del bosque para dejar la huella imborrable del
hombre.
Chechu,
03/09/2014
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