domingo, enero 27, 2013

2001, una Odisea en el Espacio


Una de las cosas que más sorprenden cuando leo las críticas escritas por esos tipos que se hacen llamar expertos del séptimo arte es la extraña costumbre que tienen de elevar a categorías místicas películas que, sinceramente, no las veo nada en especial; y, de paso, bajar a los infiernos películas que tienen algo que me llama la atención. Entre todas esas películas se encuentra "2001 una Odisea en el Espacio", una de las películas imprescindibles en cualquier recopilatorio de las x mejores películas de todos los tiempos y, también, dicho sea de paso, una de las películas más aburridas que he tenido ocasión de ver.  Como diría nuestro entrañable Obelix, "¡Están locos estos críticos!".

El caso es que el otro día la alquilé y preparé el salón de mi casa para una inolvidable velada cinematográfica: encendí la tele, puse el DVD en el reproductor de DVD's... y ante mi sorpresa, veo como la pantalla se llena de monos; cinco minutos viendo monos. ¿Acaso me habré equivocado de película? Respuesta negativa, después de unos minutos de incongruencia cinematográfica empiezan a aparecer las naves espaciales. 

La película nos muestra el día a día de una serie de individuos que van de planeta en planeta para hacer una serie de comprobaciones en una nave espacial totalmente gobernada por un ordenador infalible (HAL). El ordenador en cuestión, preparado para pensar por sí mismo, preocuparse por los problemas de la gente y supongo que también para debatir grades problemas filosóficos, comete un error y ante su imposibilidad de asumirlo se le cruzan absolutamente todos los cables. Hasta ahí bien, el argumento tiene tirón. Sin embargo, todo esto viene acompañado de inacabables momentos de silencio y conversaciones absolutamente irrelevantes que lo único que consiguen es que el espectador se vea inmerso en la odisea de finalizar de ver la película sin dormirse.

Pasando por alto el hecho de que nos hayamos topado con uno de los mejores remedios contra el insomnio, no podemos desmerecer al bueno de Stanley Kubrick. Este cineasta, conocido en el mundo de la gran pantalla por su carácter transgresor, quiso con esta película dar un enfoque filosófico al peligro que suponen unos avances tecnológicos descontrolados, que lejos de aportar un beneficio a la humanidad, pueden acabar con ésta tal y como la conocemos. Así, ante la problemática que supone evitar los inevitables errores humanos en algo tan sensible como lo puede ser un viaje por el espacio, la tecnología del "futuro" año 2001 es capaz de crear artefactos capaces de evitar nuestros errores. Sin embargo, en su errónea concepción de la perfección, la humanidad no sólo ha conseguido crear un ordenador que maneje a la perfección millones de variables, sino que, además, le ha dotado de nuestra imperfección.

La película en sí, por muy laureada que esté, no vale nada. No obstante, tiene la virtud de plantearnos varios de los problemas filosóficos derivados de los avances incontrolados que, si no los estamos ya sufriendo, algún día sufriremos. El debate que más claramente se evoca en la cinta es aquel que trata de responder a la pegunta de si realmente somos perfectos. Las religiones basadas en el credo judaico, es decir judaísmo, cristianismo e islam con todas sus variantes, plantean un ser humano hecho a imagen y semejanza de un ente llamado Dios que se supone perfecto. Esa creencia tan arraigada en la sociedad, incluso entre la gente que se considera atea, está claramente en contradicción con el devenir de nuestra historia. Si realmente fuéramos tan perfectos, no habría ni guerras, ni cárceles, ni malformaciones genéticas, ni relatos bíblicos que hablen de un Dios capaz de ahogar a su propia creación como castigo de la imperfección de esta última.

Aunque argumentalmente HAL sea un superordenador; desde un punto de vista filosófico, podemos verle como un ser humano cuya incapacidad de asumir su imperfección provoca los sucesos que nos cuenta Stanley Kubrick. Eso es porque esa incapacidad de asumir los errores es algo inherente en nuestro comportamiento. Cuando tomamos una decisión o cuando creamos algo nuevo, lo hacemos siempre en base a que es la decisión o creación correcta sin pararnos a pensar las posibles consecuencias adversas o si realmente eso es idóneo. Para ejemplificar eso con algo concreto, nos podemos fijar en la situación financiera actual. Hoy en día vivimos una durísima crisis ocasionada por unas decisiones financieras incorrectas, que se ha ido agravando porque los que toman decisiones financieras no asumen la imperfección de sus argumentos. Como consideramos válida una determinada manera de financiar las empresas, seguimos erre que erre con las mismas recetas aunque las cosas cada vez vayan a peor. Como ese ejemplo, podemos encontrar muchísimos a lo largo de nuestra historia.

Cuando Stanley Kubrick le buscó un nombre al ordenador del largometraje, tuvo la genialidad de obtenerlo restando una letra a cada una de las siglas del famoso fabricante de ordenadores IBM. Así, I - 1 = H, B - 1 = A, y M - 1 = L. No hace falta recordar el pánico que surgió a raíz del famoso efecto 2000, que nos recordó nuestra enorme dependencia de esas imperfectas máquinas llamadas ordenadores.

Chechu,

27/01/2013