martes, febrero 12, 2013

Una peculiar visión personal acerca del dopaje


Hace unos años, durante una emisión del programa "Escuela del Deporte", una conocida judoca ganadora de varios trofeos importantes declaró que no entrenaba aspectos técnicos ya que, según palabras suyas, estos no la hacen ganar combates. De hecho, reconoció ser técnicamente bastante nula y basar su quehacer durante los combates exclusivamente en la preparación física.

Durante la época en la que el Real Madrid ganó su novena Copa de Europa, uno de los componentes de su plantilla declaró en una entrevista a un conocido periódico deportivo que su labor en el campo se limita exclusivamente a correr detrás del balón. 

El jugador de baloncesto que hoy en día es considerado como el mejor pívot del momento es probablemente uno de los jugadores de baloncesto actuales con menos recursos técnicos y tácticos. Su secreto: un físico absolutamente demoledor.

Una de las tenistas con mayor talento para ese deporte que ha existido, Martina Hingis, declaró en una entrevista que una de las cosas que más le desagradaba y más absurdo veía para la práctica del deporte era hacer entrenamientos de musculación. En esa misma entrevista, también declaró que no tenía más remedio que hacerlo porque si no lo hacía estaba en desventaja con sus rivales. Unos meses más tarde de esa entrevista, una fuerte depresión hizo que Martina sucumbiera en una espiral autodestructiva que nos impidió admirar su enorme talento en frente de una red. 

Escuchando todo eso, me pregunto de qué sirve enseñar los fundamentos del Nage-No-kata y del Katame-No-Kata si quien tiene que ser fuente de motivación y mecenazgo para los que están aprendiendo habla tan negativamente de esos conocimientos. Escuchando todo eso, me pregunto qué pensarán todos aquellos que disfrutan del juego alegre y vistoso que practican jugadores como Xavi Hernández u Ozil. Escuchando todo esto, me pregunto qué opinará Hakim Olayuwon, aquel pívot de origen nigeriano que a pesar de tener un físico abrumador siempre destacó por su elegancia y su tremenda calidad.

La triste realidad es que si nos ponemos a analizar la evolución del deporte en los últimos 30-40 años, nos daremos de bruces con una situación bastante anómala si tenemos en cuenta lo que se conoce popularmente como el espíritu olímpico, base que rige o debería de regir el devenir de los deportes. La aparición de intereses económicos derivados de la publicidad existente en los eventos deportivos o el ansia de vender más y más periódicos de temática deportiva hacen que los medios de comunicación nos inculquen una y otra vez la falsa idea de la victoria ante todas las demás cosas. También, aunque eso lleva vigente más tiempo, se impone la extraña necesidad de sentir los colores de un determinado deportista o grupo de deportistas sin importar si lo que hace ese deportista o grupo de deportistas se ajuste a tus gustos o no.  Así, cada vez más se suceden los forofos sin personalidad que sin tener un motivo razonado quieren a toda costa y sin importar cómo que un equipo o deportista gane al otro. La triste realidad es que hoy en día ya no se va a futbol para admirar las múltiples cualidades de una serie de genios del balón, sino que se va al futbol para ver ganar o perder a un equipo. La triste realidad es que no nos alegramos ni nos entusiasmamos por una jugada fabulosa de un jugador "enemigo", sino que preferimos que un defensa evite ese deleite visual con una inoportuna falta.

Ante esta situación, cabría preguntarse cuál es la reacción del deportista. Su modo de vida y sus ingresos ya no dependen de mejorar y llegar al público. Sino que depende de ganar o perder sin que importe que se haga con un juego vistoso o aburrido. Nadie le va a criticar que juegue mal o peor mientras que gane. Por eso, es lógico que un deportista por propia iniciativa o imposición de entrenadores deje a un lado lo que es el deporte en sí mismo para tratar de ganar.

Se empezó tímidamente, arriesgando menos y volviéndose más conservadores. No voy a arriesgarme a hacer algo si se que ese algo puede perjudicarme de cara a ganar. Así, con esa mentalidad, se consiguió que deportistas que aportaban frescura al mundo del deporte como el Chava Jiménez o Sergio Rodríguez en sus inicios, fueran criticados por unos por precisamente aportar esa frescura y alabados por otros a partes iguales.

Esta metamorfosis inicial se dejó acompañar paulatinamente de otro cambio sustancial. La presencia física, antes accesoria se va a convertir cada vez más en el eje de la preparación de un deportista de cara a un evento deportivo. Poco a poco el interés por mejorar aspectos específicos del deporte y por ganar a los demás tratando de imponer el propio aprendizaje se ve mermado en pos de buscar un camino más seguro a base de pasar horas y horas levantando pesas. Tal vez pueda parecer igual de costoso y honroso el buscar la excelencia dentro del gimnasio, pero lo cierto es que de esa manera las competiciones deportivas pierden su esencia para convertirse en una sucesión de demostraciones atléticas. Ya no vamos a ver un partido de baloncesto o un combate de judo, sino demostraciones atléticas propias de una carrera de 100 metros o de la halterofilia.

Paralelamente a esto, se advierte un cambio en la actitud de muchos deportistas y una disminución de las tácticas y recursos técnicos utilizados. En el llamado "Deporte Rey" es frecuente ver a los equipos tratar de romper el ritmo del contrincante a base de faltas. Muchos jugadores de baloncesto se enorgullecen por realizar ese engendro llamado "trash talking". En el tenis, por poner un último ejemplo, ya no se ve a nadie deleitándonos con su juego en la red.

Llegados a este punto en el que la perversión del deporte ha llegado a tal extremo que se han perdido todos los buenos valores en pos del negocio y el vale todo, no se hace raro pensar que el siguiente paso lógico es el de ayudarse tomando algún "vitamínico". Sí, el dopaje es perjudicial y muy censurable. Pero si entendemos el dopaje como una ayuda extra ajena a lo puramente deportivo, ¿no se podría considerar también dopaje el "ayudarse" musculándose o utilizar marrullerías durante el juego? Si ya hemos abierto la veda de ganar a toda costa, ¿Qué moral nos impide el doping?

En los últimos años se han ido sucediendo las sanciones en el mundo del ciclismo a causa de EPO, transfusiones de sangre, y demás prácticas dopantes. Se ha llegado a un punto en el que se ha demonizado vilmente a unos pobres diablos que lo único malo que han hecho es hacer lo que todo el mundo hace. Tal vez en vez de tomarla con los Iván Basso,  Oscar Sevilla y compañía, lo que habría que hacer es replantearnos seriamente volver a los inocentes orígenes del deporte.

Chechu,

12/02/2013