lunes, marzo 19, 2012

Corney "Papi" Thompson

El 16 de abril de 1992 Tomás Jofresa, uno de los mejores bases españoles de finales de los 80 / principios de los 90, aprendió uno de los principios más recurrentes del mundo del deporte: los grandes jugadores son aquellos que aparecen en los momentos más decisivos. Aquél día, el pequeño de los Jofresa hizo un fantástico partido; según muchos, el mejor de su carrera deportiva. Sin embargo, no pudo hacer más que mirar como un colosal triple en el último segundo de un emergente Aleksander Djordjevic le arrebataba la ansiada corona europea. Mientras que aquel triple encumbró al jovenzuelo que sería durante mucho tiempo el mejor base europeo, el ya no tan jovenzuelo Corney Thompson vio como se le apagaban sus posibilidades de retirarse con el trofeo más importante de la que fue su tierra durante casi toda su trayectoria profesional.


Cornelius Allen Thompson nació un cinco de febrero en esa pequeña localidad de Connecticut cuyo nombre nos recuerda a otro de los grandes pivots norteamericanos que destacaron en Europa, Middleton. En su niñez, el baloncesto no estuvo entre sus prioridades. De hecho, empezó a practicarlo casi por obligación debido a su altura. Eso no le impediría convertirse en una leyenda en su “High School” y posteriormente en la Universidad de Conneticut. Así, por una parte, se convirtió en el máximo culpable de la racha de 76 victorias consecutivas que tuvo su equipo de “High School”; y, por otra parte, la universidad en donde jugó durante cuatro años le eligió como uno de sus mejores 100 jugadores del siglo XX.

Todo este bagaje sirvió para ser elegido en la cuarta posición de la tercera ronda del Draft de la NBA por los Dallas Mavericks. No obstante, la gran cantidad de pivots de excelsa categoría existentes en aquel momento en la NBA le impidió jugar los minutos necesarios para mostrar a la autoproclamada mejor liga de baloncesto del mundo las virtudes que le llevaron a destacar en Conneticut. A mediada de la temporada siguiente y tras jugar sólo 44 partidos en la élite estadounidense, una grave lesión de rodilla provoca su cese y posterior incorporación a los Detroit Spirits de la CBA, en donde sí demuestra su talento.

Como ocurriera con infinidad de talentosos pivots norteamericanos de la época, el bueno de Cornelius tuvo que buscarse las habichuelas en el viejo continente. Así, en el verano del año 1984 uno de los equipos de moda italianos, el Varese, se fijó en él. Sus siguientes seis temporadas, todas ellas defendiendo los colores del Varese, fueron una sucesión de éxitos individuales y decepciones colectivas. Los 20 puntos y 10 rebotes que promedió en su estancia en el pais de la bota no ayudaron a que el Varese ganara título alguno. Cercano el ocaso de su carrera, harto de no ganar títulos y ante un esperanzador proyecto deportivo, hizo las maletas y se vino España a dar clases magistrales de baloncesto.

Los hermanos Jofresa, Jordi Villacampa, Ferrán Martinez, Juan Antonio Morales, junto con el antiguo compañero de Michael Jordan en los Bulls, Harold Pressley, serían algunos de los nuevos compañeros de la antigua estrella de la LEGA. Aquella temporada, su primera temporada en la Penya, consiguió lo que había buscado durante su anteriores seis temporadas en el Varese, un título. Aquél año, Lolo Sainz dirigiría con acierto al Joventud de Badalona hacía el campeonato de la ACB. Además, el nuevo jugador interior de moda del campeonato patrio sería el MVP de la final contra el Barcelona de Steve Trumbo y compañía.

El equipo verdinegro con un, de nuevo, extraordinario Corney Thompson a la cabeza revalidó el título nacional; esta vez ante el Real Madrid. Sin embargo, la derrota ante el Partizán de Belgrado en la final de la Euroliga supuso una importante decepción. Tal vez por el desgraciado ímpetu de Tomás Jofresa en la jugada anterior al famoso triple de Aleksander Djordjevic, tal vez la ausencia de Harold Pressley, o tal vez porque estaban ante un equipo que reunía lo mejor de Europa de la siguiente década; la Penya perdió.

Las siguientes dos temporadas fueron dos temporadas dificiles tanto para nuestro protagonista como para el equipo de Badalona. Aunque la Penya seguía siendo uno de los dominadores de la ACB, sus enfrentamientos contra el Madrid, el Barça, e incluso con el Estudiantes ya no le eran tan favorables. Por parte de Corney, la edad y un visible soprepeso estaban haciendo mella en él. Aunque, si bien ya no era aquel jovenzuelo de los 20 puntos y 10 rebotes por partido, en los momentos claves demostraba ampliamente que quien tuvo, retuvo.

La temporada siguiente supuso el desmembramiento de aquel equipo. El gran éxito alcanzado la temporada anterior, no evitó los problemas económicos derivados de mantener un grandísimo equipo durante 4 temporadas seguidas. Ferrán Martinez se fue junto con Rafa Jofresa al Barcelona, Tomás Jofresa empezó un deambular sin éxito por varios equipos, Mike Smith y Juan Antonio Morales ficharían una temporada más tarde por el Madrid, y Corney Thompson se iría junto con Dani Pérez a su retiro baloncestístico: el Baloncesto León. Allí, a pesar de sus cada vez más evidentes problemas físicos, se convirtió en uno de los ídolos de la afición. Su gran carisma, su poder de liderazgo, su buen hacer, su peremne sonrisa, y especialmente su capacidad para aleccionar a los más jóvenes le hicieron recibir el cariñoso apelativo por el que sería recordado siempre: Corney “Papi” Thompson.

Cuando hablamos de Corney Thompson, hablamos de un jugador especial. No por sus tiempos en los que metía 20 puntos y cogía 10 rebotes partido sí y partido también, sino por su capacidad para sacar lo mejor de él y de sus compañeros mermado fisicamente. A pesar de la grave lesión que tuvo, pudo dominar durante seis temporadas seguidas una de las ligas más fuertes de Europa. A pesar de su edad y los problemas de sobrepeso, se ganó la admiración de toda la ACB. Sus virtudes más reconocibles estadísticamente son su gran capacidad para rebotear (se retiró siendo el quinto máximo reboteador de la historia de la Universidad de Connecticut), ese trabajado juego de pies, y ese tirito infalible de media / larga distancia. Sin embargo, sus principales virtudes eran la inteligencia y la humildad: facetas que le hacían saber cuando se la tenía que jugar él o cuando tenía que dejar que otros se la jugaran, facetas que le permitía saber cuando jugar por dentro y cuando al equipo le venía mejor que jugara por fuera, facetas que hicieron que un pivot de tan sólo 202 centímetros de altura, con tendencia al sobrepeso, y arrastrando una grave lesión en la rodilla, dominara las dos ligas más potentes del Viejo Continente.



El 21 de abril de 1994, después de dos temporadas aciagas y una irregular competición europea en la que entraron en la Final Four casi de rebote, el Joventud de Badalona reviviría dos años más tarde su cita para la historia. Esta vez no era el Partizan de Djordjevic, Danilovic y Rebraca; sino un equipo igualmente temible: Fassoulas, Paspalj, Tarpley, Sigalas… Tras uno de los partidos más aburridos y más infumables de la historia del baloncesto, la Penya perdía de un punto a falta de 20 segundos. En aquella última posesión, un enorme Jordi Villacampa salta por encima de Tarpley, Paspalj y Fassoulas para coger dos terroríficos rebotes. A falta de 7 segundos, el balón le llega a “Papi” en la línea de tres completamente sólo. Mira el aro. Se levanta y mete la canasta más importante en la historia del Joventud de Badalona. Los posteriores errores en el tiro libre de Paspalj condenan definitivamente al Olimpiakos a la segunda plaza. Aquel dia, Tomás Jofresa volvería a comprobar aquello que le enseñara Aleksander Djordjevic dos años atrás: los grandes jugadores son los que aparecen en los momentos más decisivos.



Chechu,

19/03/2012