domingo, mayo 25, 2014

¡Sagerao Europa!


Hará algo más de un año, dos jóvenes españoles tuvieron su minuto de fama al imitar en pleno Parlamento Europeo a la más chabacana de las concursantes del programa de televisión Gandía Shore. Tanto les debió gustar los malos modos y la actitud chulesca de la efímeramente famosa Ylenia que al final de un discurso realizado en un terrorífico y macarrónico inglés, se despidieron con un "¡Sagerao España!".

La noticia, que trascendió en todos los medios de comunicación nacionales y algunos europeos, mostraba una juventud española más preocupada en asuntos banales que en su propio futuro. Además, reafirmaba ese constante "San Benito" de "Spanish people don't speak English". No obstante, en ninguno de los artículos relacionados que leí se precisaba que carajos hacían dos imberbes estudiantes de un instituto hablando en la sede principal del gobierno de la Unión Europea.

Hace casi 15 años, un jovenzuelo estudiante de bachillerato se encontraba sentado en un escaño del parlamento Europeo contemplando la inmensidad de la sala parlamentaria. A su alrededor, decenas de jóvenes llegados de toda Europa esperaban con ansia que aquel acto comenzara. Su presencia ahí no era cosa ni de un día, ni de dos. Para poder estar sentados en ese escaño, todos esos jóvenes habían tenido que competir contra otros muchos jovenzuelos en un concurso que año tras año organiza la Unión Europea.

Habían pasado ya varios días desde que nos dieron la noticia. Por culpa de unos incívicos de años anteriores, nosotros no tendríamos la ocasión de disfrutar del tradicional viaje de fin de bachillerato. Aunque los ánimos se habían calmado durante los últimos días, el aroma de indignación se sentía por todas las aulas y todos los pasillos. ¿Qué culpa teníamos nosotros de las salvajadas cometidas por unos terceros? La clase de filosofía iba a comenzar. Mientras esperábamos que el profesor de turno nos contara las múltiples cualidades del ser y del no ser, éste nos tenía preparada una sorpresa; nos propuso participar en un concurso llamado "Euro-Escola". El premio, un viaje a Estrasburgo y la participación en un acto con otros estudiantes europeos en el mismo Parlamento Europeo. Aunque nuestra devoción por las instituciones europeas era bastante escasa, nuestro consentimiento fue unánime. ¡Queríamos un viaje de fin de bachillerato y, de una u otra manera, íbamos a luchar por conseguirlo!

El reto que Europa nos proponía era hacer algo que sirviera a concienciar a los de nuestro alrededor de la importancia de votar en las Elecciones al Parlamento Europeo. Tras una sempiterna reunión llena de ingeniosas propuestas, la idea que meses más tarde nos llevaría a Estrasburgo tomó forma. Sin embargo, aunque genial, la idea no nos iba a asegurar ganar el concurso. El centro de estudios, sabedor de que nuestra participación tenía muchos tintes de acto de rebeldía, nos puso las mil y una zancadillas para impedirnos ganar.

Casi un año después, nos encontrábamos en un autobús esperando para que nos dejaran entrar en la sede del Parlamento Europeo. De todos los autobuses que iban a llegar ese día, nosotros habíamos sido los segundos o terceros. Sin embargo, tuvimos que esperar más de una hora para que nos dejaran bajar. La razón... el protocolo indicaba que los españoles teníamos que ser los últimos en entrar. ¡Empezaba bien el día! ¿Así pretenden que nos identifiquemos con Europa? ¡Sagerao Europa!

Tras la absurda espera y un desayuno decentillo, nos invitan a sentarnos en los diferentes escaños del Parlamento. Allí escucharíamos las presentaciones que los distintos grupos de alumnos y el bochornoso y posterior turno de preguntas acerca del funcionamiento de las instituciones europeas. Ahí, la pregunta de un luxemburgués destacó entre todas. El menda soltó en francés lo siguiente. "¿Por qué se permite en Europa el uso de idiomas minoritarios como el español, el portugués o el griego?" Si, tal cual, y se quedó tan ancho. Para mí que se debió poner enfermo el día en que daban en clase aquello de que el español se habla más en el mundo que el francés. Lo mejor fue la respuesta de la responsable del Parlamento. "Tienes razón. Sería conveniente prohibir la utilización de esos idiomas. Pero si hacemos eso, España, Portugal y Grecia se molestarían". ¡What the fuck! Espectacular la cara de poema que se nos quedó a los españoles, portugueses y griegos que estábamos ahí. Ese momento marcó para siempre mi postura respecto de la Unión Europea. ¿No me quieren? Yo tampoco les quiero.

Tras esa primera toma de contacto, tuvimos el almuerzo con jueguecito incluido. Se nos propuso hacer equipos de 4 personas de distintas nacionalidades para contestar un cuestionario de cultura general europea. Fue entretenido, en especial cuando me acerqué a entregarle el cuestionario relleno a uno de los responsables del parlamento. Un tipo simpático. Con una sonrisa de oreja a oreja me soltó: "no sé por qué los españoles participáis en este juego si no tenéis ni idea de nada." Lo dicho, un tipo de lo más simpático. ¡Sagerao Europa!

Después de conocer la simpatía existente en las instituciones de la Unión Europea, nos dividimos en grupos para debatir los distintos problemas de la Unión. Allí, la moderadora nos pidió que eligiéramos el Inglés o el Francés ya que ella no hablaba más idiomas. Como es habitual en este tipo de cosas, elegimos mal. Lástima que quién critica a los españoles por no saber idiomas no estuviera ese día. ¡Vaya recital de despropósitos lingüísticos que dio el grupo de alemanes al hablar en inglés! El caso es que viendo que ni españoles, ni italianos, ni ingleses, ni franceses, ni suecos, ni nadie entendía esa extraña mezcla entre inglés y alemán con la que nos deleitaban; a propuesta de nosotros, el grupo de españoles, se acordó por voto positivo de todos los grupos menos el alemán, hablar en francés.

En el acto de clausura, reunidos de nuevo en los escaños del Parlamento Europeo, se nos pidió nuestra opinión sobre la jornada. El portavoz del grupo de alemanes, ni corto ni perezoso, se quejó de nuestra actitud. "Hemos tenido que hablar en francés porque los españoles no saben inglés". La respuesta... la más evidente. "Tenéis razón, los españoles no hacen nada para integrarse en Europa". Por mi parte, sobran las palabras.

Hoy, 25 de mayo los españoles estamos invitados a acudir a los colegios electorales para votar en las elecciones europeas. Mi voto lo ganaron los euroescépticos hace 14 años. ¡Sagerao España!

Chechu,
25/05/2014

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